domingo, 4 de noviembre de 2007

Una cita impostergable

Sin fecha ni calendario

La edad para la primera cita varía, y ello porque hay niñas que sufren de una pubertad precoz; es decir, que inician su proceso menstrual a los nueve años. Otras también visitan al ginecólogo antes de desarrollarse, ya que aparecen cambios que pueden generar angustia o curiosidad, como es la aparición del botón mamario, el vello púbico o el olor axilar, detalles que marcan la etapa del desarrollo. Lo usual es que las madres las acompañen a las primeras consultas, y que, a partir de los 18 años, acudan solas a las citas.
“Durante ese primer contacto aprovechamos para describirles a las pacientes la vagina, los ovarios, el útero, las trompas de falopio y sus funciones vinculadas en la producción de hormonas que generan las señales de los cambios inherentes a esta importante fase de vida. Es vital explicarles bien lo referente al ciclo menstrual, destacando el momento de la ovulación hacia el día 14 después del primer día de sangrado y que luego vendrá la regla aproximadamente catorce días después. Insistimos en los riesgos de la actividad sexual sin anticoncepción porque es posible que un espermatozoide fecunde su óvulo”, detalla Maguhn.
Durante el examen, el médico emplea un monitor para detallarles a las jovencitas como son ellas por debajo. “Les mostramos los labios mayores, los labios menores, el clítoris, los orificios por donde orinan y excretan, y allí ellas entienden la manera correcta de limpiarse: nunca se deben llevar las heces fecales hacia adelante, ya que en caso de practicarlo de esa manera, se generan infecciones”, precisa la experta.

Posteriormente, el ginecólogo realizará lo que se conoce como “pool vaginal”, examen que consiste en introducir un hisopo similar al utilizado para la higiene de los oídos en el orificio del himen, para luego efectuar la citología.
“La evaluación permite descartar cualquier malformación de los labios mayores y menores, o en el útero y los ovarios, por lo que se hace el eco pélvico de vejiga llena. Si la consulta es motivada por ciclos irregulares, o porque no les viene la regla es preciso descartar la presencia de quistes ováricos u otras patologías”. Al estar pendientes de ese chequeo ginecológico periódico para ir conociendo su cuerpo, las jovencitas demuestran un grado de responsabilidad y madurez fundamental que se traducirá en el futuro en una vida sexual sana y saludable.
Una presunción

Una tendencia sorprende en la consulta diaria de los ginecólogos: las madres de las adolescentes solicitan al especialista que les explique a sus hijas sobre los métodos anticonceptivos porque “presumen” que si las chicas van de viaje con un grupo de amigos, lo más seguro es que van a tener relaciones sexuales —la mayoría de las veces no es así, ya que ellas sólo quieren divertirse.
“Incluso nos piden que les indiquemos una pastilla anticonceptiva de inmediato. También hay un abuso de la píldora del día siguiente, que se vende sin prescripción médica y es sumamente perjudicial cuando las jovencitas la utilizan como anticonceptivo”.

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