martes, 6 de noviembre de 2007

Una mujer, muchas mujeres

Tres mujeres se presentaron como candidatas a la presidencia de la Nación –Cristina Kirchner, Elisa Carrio y Vilma Ripoll– y una de ellas se convirtió en la primera mujer electa jefa de Estado, mientras que otra se consagró como líder de la oposición. Entre las tres arrasaron con el 72,5 por ciento de los votos. Por supuesto, no hay lectura política posible que reúna a dos rivales que no son capaces de saludarse por teléfono. Pero, más allá de diferencias y disputas –e incluso más allá de ellas– no deja de ser un signo de cambio que sólo cincuenta y seis años después de que en 1951 las mujeres fueran habilitadas para votar por primera vez, ahora, siete de cada diez argentinos y argentinas haya elegido a una candidata para que lo/la represente.

“La gente no tuvo miedo de votar a mujeres y eso es importante”, destaca la escritora Ana María Shua. Aunque, a pesar de la enorme presencia femenina en la elección, los temas de género –la violencia contra las mujeres, los femicidios íntimos, el reclamo por la despenalización del aborto, la trata y explotación sexual, los noviazgos violentos, la disparidad salarial entre varones y mujeres, la mortalidad materna, la desnutrición de las mujeres indígenas, etc.– no tuvieron, prácticamente, lugar en la campaña electoral ni el debate público. ¿Fue una oportunidad perdida o puede ser una oportunidad aprovechada para revalorizar la llegada a la presidencia de una mujer?
Tal vez todo eso empujó a Cristina a definirse más cerca de otras mujeres después del triunfo electoral. “Permítanme dirigirme a mis hermanas de género para convocarlas a todas, a las que tal vez han quedado solas frente al hogar, a las obreras en las fábricas, a las estudiantes en las universidades, a las profesionales, a las empresarias, sé que podemos desarrollar una gran tarea, porque estamos con las aptitudes especiales, ni diferentes ni mejores, especiales, de poder ser ciudadanas de lo privado y de lo público, de poder articular el mundo de la familia y el mundo de la política y la militancia. Y haber hecho las dos cosas bien, que es lo importante. La política sin la familia no vale y la familia, sin lo que uno piensa como modelo de país, tampoco”, apuntó Cristina.

¿Qué representa para el resto de las mujeres, se vean representadas o no políticamente en Cristina Kirchner, que una mujer sea presidenta? ¿Qué nos une a las mujeres?

“La mujer no es un colectivo homogéneo y existen distintas variables, además del género, por lo que nos podemos unir las mujeres... clase, generación, lugar de nacimiento, raza, socialización. Pero lo cierto es que, a pesar de todo, hay intereses comunes que pueden llegar a unirnos si realmente somos conscientes de las diferencias de género”, propone Lidia Heller, directora de la Red Latinoamericana de Mujeres en Gestión de Organizaciones. “Hay mujeres y mujeres”, habla en puntos suspensivos Fernanda Reyes, economista y diputada electa nacional por la Coalición Cívica, con tan sólo 29 años. “Cada una tiene su ideología y su pensamiento, pero nos une que se nos ha hecho muy difícil acceder a lugares de poder”, remarca.


Para contrarrestar las críticas, hay mujeres que ya están en la línea de defensa. Graciela Rosso, médica y recientemente elegida intendenta de Luján por el Frente para la Victoria, realza: “Cristina simboliza la posibilidad de que una mujer sea la figura máxima en un ámbito que es muy duro, como la política. Ella ha demostrado su capacidad propia y su envergadura política”. Pero también ataca a las teorías –como la de Mariano Grondona– que señalan la alternancia matrimonial de los Kirchner como una estrategia de re-reelección indefinida. “Yo creo que claramente les molesta que sea mujer, es una forma de subestimación de su altura decir que está allí porque es esposa del Presidente.” Otra de las críticas a Cristina es sobre su manera de vestir o su interés en su propia visión estética. “Es una tilingada más de ciertas clases sociales, lo más importante no es cómo se arregla el cabello o se viste. ¿Las otras dirigentes no van a la peluquería o se ponen un trajecito?”, se pregunta Rosso. Y contesta una pregunta difícil. ¿Por qué Cristina se declaró en contra de la despenalización del aborto? Una definición que, incluso, la Iglesia tomó como un guiño de acercamiento. “Yo creo que ella va a avanzar en la medida en que vea que la sociedad quiera discutir los temas”, ataja Rosso, que, como viceministra de Salud de la gestión K, se pronunció a favor de la despenalización. Victoria Donda Pérez también defiende a Cristina: “No coincido con que ella reivindique poco las problemáticas de género. En sus discursos estuvo presente el rol que tenemos que ocupar las mujeres. Y, además, para los que venimos militando por una sociedad sin desigualdades que una mujer pueda tener las mismas oportunidades que un hombre y ser presidenta es muy importante. Eso simboliza la profundización de un proyecto de país donde tengamos el lugar

Pero tener una presidenta no sólo es, fundamentalmente, puede ser y en el poder no sólo hay posibilidad sino deseo. “Puede implicar la posibilidad (o la ilusión) de un cambio de mirada –propone Cavia–. Un desafío y una provocación.”

Fuente: Página 12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-3689-2007-11-02.html

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